
POLÍTICA EXPRÉS | * Morena prioriza otra vez lo electoral sobre las necesidades nacionales
El Presupuesto de Egresos 2026 confirma una tendencia preocupante: Morena vuelve a colocar la rentabilidad electoral por encima de la rentabilidad nacional. Los recursos se orientan a mantener el apoyo popular mediante becas y pensiones, mientras la inversión productiva, la seguridad y la salud sufren recortes severos.
La Cámara de Diputados aprobó un gasto de más de 10 billones de pesos, con aumentos en programas sociales, pero con recortes drásticos a sectores clave. En nombre de la austeridad y la eficiencia, el gobierno centraliza poder presupuestal y debilita la capacidad del Estado para generar crecimiento real y empleo sostenido.
El ajuste más grave se da en infraestructura y comunicaciones, donde desaparecen tres cuartas partes de los proyectos de inversión. Sin carreteras, puertos ni redes modernas, el tan publicitado nearshoring —la relocalización industrial— se convierte en un espejismo. No hay crecimiento sin inversión, ni inversión sin infraestructura.
La seguridad pública también paga el costo del cálculo electoral. La Secretaría de Seguridad pierde 13 mil 700 millones de pesos y la Guardia Nacional 34% de su presupuesto, mientras la Sedena gana 16%. Se privilegia el enfoque militar sobre la prevención civil, pese al repunte de homicidios y ataques a autoridades locales.
En salud, el panorama no es mejor. El ISSSTE y los fondos de atención médica preventiva sufren recortes, mientras los recursos se concentran en el IMSS. El discurso oficial presume cobertura universal, pero los hospitales carecen de médicos, medicamentos e insumos, sobre todo en estados del sur y zonas rurales.
El medio ambiente queda relegado, con su presupuesto más bajo en más de dos décadas. La Conanp pierde recursos esenciales, la Profepa reduce vigilancia y los fondos para mitigación climática se diluyen. México se acerca peligrosamente a un escenario de devastación ecológica que afectará a futuras generaciones.
La educación mantiene incrementos marginales, pero de nuevo con enfoque político: becas sí, formación docente no. Crecen los apoyos directos a estudiantes, mientras se eliminan programas técnicos y culturales. Se fortalece la dependencia económica de millones de jóvenes sin resolver las causas estructurales de la falta de oportunidades.
Otro golpe silencioso se dirige al equilibrio institucional. Los recortes al Poder Judicial, al INE y a la Fiscalía General no solo responden a motivos presupuestales. Debilitar los contrapesos garantiza control político en un año clave para la sucesión presidencial y la continuidad del proyecto de la 4T.
El crecimiento proyectado de 1% a 2% anual refleja la falta de visión económica. Un país no avanza distribuyendo dinero, sino generando riqueza. Morena consolida su base electoral, pero sacrifica el futuro. Sin inversión, innovación ni seguridad jurídica, el desarrollo nacional seguirá anclado a la inercia del asistencialismo.
El presupuesto 2026 no es un plan de nación, sino un plan de campaña, cuando México necesitaba una ruta para crecer, sanar y modernizarse; recibió, en cambio, un instrumento político diseñado para conservar poder. El país enfrentará otro año de estancamiento, inseguridad y desilusión social.

