POLITICA EXPRÉS | * Juventud mexicana advierte a Claudia Sheinbaum: si no escucha, las calles hablarán

POLITICA EXPRÉS | * Juventud mexicana advierte a Claudia Sheinbaum: si no escucha, las calles hablarán

La marcha de la Generación Z de este 15 de noviembre desbordó las narrativas oficiales y exhibió un descontento que el gobierno quiso reducir a “desinformación”. Miles de jóvenes ocuparon calles en más de cincuenta ciudades para recordarle al poder que el futuro que les han dejado no admite más silencios ni postergaciones.

Esta movilización no surgió de partidos ni de operadores políticos, sino de una generación marcada por balaceras, desapariciones y precariedad. Es una respuesta orgánica, emocional e inteligente ante un país que normalizó el miedo. Ese impulso, tan espontáneo como contundente, demuestra que los jóvenes ya no aceptan la pasividad como destino.

El pliego de doce puntos que llevaron a las plazas sintetiza algo más profundo que demandas específicas: una ética de resistencia. Hablan de justicia, seguridad, transparencia y oportunidades, pero lo hacen desde un hartazgo moral. “No más silencio que protege a los opresores” no es consigna: es acusación directa al Estado.

La presencia de pancartas por Carlos Manzo, Homero Gómez y Bernardo Bravo recordó que esta generación no olvida a quienes el sistema intentó borrar. Su reclamo no se limita a cifras: exige derechos, memoria y reparación. Mientras el gobierno maquilla estadísticas, la juventud le exige al poder que mire los rostros, no los números.

El gobierno respondió con vallas, gases y descalificaciones. Es un patrón peligroso: blindar el Zócalo revela un poder que se protege de la gente, no la gente del poder. La presidenta Sheinbaum debe entender que etiquetar el descontento como manipulación solo agrava el abismo entre Palacio y ciudadanía.

La politización posterior de la marcha, con oportunistas buscando capital electoral, no resta legitimidad al origen juvenil. Si algo mostró la protesta es que la Gen Z desconfía tanto de gobiernos como de partidos tradicionales. Su mensaje fue contundente: ni con la 4T ni con los de siempre; con México.

El uso de IA, memes, anime y redes globales rompe los esquemas del viejo poder. La protesta no se organiza con estructuras verticales, sino con creatividad colectiva. Creer que esta generación es “apática” es un error monumental. Son digitales, autónomos y ruidosos cuando deben serlo. Y hoy decidieron serlo.

La marcha también reveló la fragilidad del discurso gubernamental. Si la presidenta insiste en minimizar estas expresiones, solo alimentará más desconfianza. México atraviesa una crisis de legitimidad que no se resuelve con conferencias, sino escuchando. No se gobierna ignorando a 37 millones de jóvenes que ya no creen en narrativas oficiales.

La lección es elemental: cuando a los jóvenes se les niega espacio, lo toman en la calle. Si las instituciones no los representan, construirán nuevas formas de participación. México no necesita un gobierno que tema a su juventud, sino uno que dialogue con ella. La indiferencia será gasolina para el descontento.

La protesta de hoy es un aviso frontal para la presidenta Sheinbaum: escuche antes de que sea tarde. Entienda que las calles no mienten; solo revelan lo que el poder no quiere ver. Si el gobierno elige sordera, la juventud seguirá hablando con pasos, pancartas y valentía. Porque el futuro también protesta.

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