POLÍTICA EXPRÉS | * El uso de bolsas y empaques guindas: cuando la tragedia se tiñe de propaganda

POLÍTICA EXPRÉS | * El uso de bolsas y empaques guindas: cuando la tragedia se tiñe de propaganda

El uso de colores partidistas en la distribución de ayuda humanitaria es una afrenta a la ética pública. Empacar despensas en bolsas guindas, asociadas con Morena, convierte la tragedia en escenario de manipulación política. Los damnificados no necesitan propaganda, sino empatía, eficacia y respeto a su dignidad.

Resulta inaceptable que recursos públicos se destinen a empaques con fines partidistas. Cada peso recaudado con los impuestos de la ciudadanía debe emplearse en rescatar vidas, reconstruir hogares y aliviar el sufrimiento, no en reforzar una marca política en medio del dolor y la desesperanza de miles.

La emergencia no admite tintes ni banderas. El deber del Estado es actuar con neutralidad, garantizando que la ayuda llegue sin condiciones, sin colores y sin propaganda. Politizar la asistencia humanitaria es traicionar la confianza de quienes depositan en el gobierno su esperanza de apoyo genuino.

Este tipo de prácticas rozan lo ilegal. Utilizar fondos públicos para promover símbolos partidistas puede constituir una violación a la ley electoral y a las normas de transparencia. No basta con condenar el hecho: las autoridades deben investigar, sancionar y rendir cuentas ante la sociedad.

Los damnificados en estados como Puebla y Veracruz merecen respeto. Recibir una despensa marcada con el color guinda no es un acto de solidaridad, sino de humillación. Divide, en lugar de unir; manipula, en lugar de consolar. La ayuda debe ser símbolo de unidad, no de propaganda.

Colchonetas del Bienestar.

Claudia Sheinbaum, como presidenta, tiene la responsabilidad de poner un alto a estas prácticas. Su gobierno prometió pluralidad y ética, pero permitir el uso de símbolos partidistas en la ayuda contradice esos principios. Liderar con el ejemplo implica erradicar cualquier forma de clientelismo político.

Los gobiernos locales que replican esta conducta también deben ser señalados. Zihuateutla y otros municipios que reparten despensas en bolsas guindas no brindan apoyo: trafican con la necesidad. La tragedia no puede ser aprovechada como escaparate político ni como herramienta de promoción electoral.

La historia reciente de México demuestra que el clientelismo destruye la confianza ciudadana. Desde los escándalos del extinto Fonden hasta hoy, los colores partidistas en la ayuda evocan corrupción y abuso. Es hora de romper ese ciclo y recuperar la integridad del servicio público.

Además, estas acciones desalientan la solidaridad social. Cuando la ciudadanía percibe que la ayuda se manipula con fines políticos, pierde motivación para donar o participar. La sociedad civil merece respeto y transparencia, no que su apoyo sea convertido en un acto de propaganda.

Por todo lo anterior, pintar la ayuda de guinda es inmoral y ofensivo. Con dinero público en juego, el gobierno tiene el deber de actuar con ética, no con cálculo electoral. La tragedia exige humanidad, no manipulación. La solidaridad es y debe continuar siendo un acto puro, no un recurso de campaña.

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