CONTRAFUEGO… “Elecciones, desastroso desempeño opositor” – Aurelio Ramos Méndez

CONTRAFUEGO… “Elecciones, desastroso desempeño opositor” – Aurelio Ramos Méndez

Elecciones, desastroso desempeño opositor

La jornada electoral de este domingo en seis estados discurrió sin sorpresas y corroboró no tanto el robustecimiento de Morena como la insignificancia de una oposición a la cual su pasado la condena y está hoy virtualmente aniquilada por sus propios errores. 

Una oposición mañosa, manipuladora, abusiva, alejada del pueblo; contradictora irreflexiva y sistemática de un gobierno federal democrático, y obcecada en defender la corrupción y la inmoralidad.

Fueron numerosas las muestras de su incapacidad para sobreponerse al agobiante peso del desprestigio.

Entre las más vistosas resalta el decidido respaldo de sus dirigentes al alud de pruebas sobre la densa corrupción en que chapalean el gobernador tamaulipeco Francisco García Cabeza de Vaca y el dirigente priista Alejandro Alito Moreno.

Y el constante boicoteo a los programas sociales y las obras públicas emblemáticas de la 4T, a pesar del amplio respaldo popular con que éstas cuentan.

El lastimoso estado de las fuerzas opositoras se puso en evidencia desde el momento de su organización para competir en estos comicios, con una diversidad de alianzas totales o parciales con más variedad y colorido que un bote de tamales pero con garantizado rechazo ciudadano.

La desesperada combinación de fuerzas de la coalición Va por México, cuyo tótem es Claudio X González y en cuyo amasijo de membretes coexisten centenares de grupúsculos y la mayoría de partidos, no reflejó en las contiendas locales su frágil cohesión nacional. 

Botón de muestra del batiburrillo partidista: En Oaxaca el PAN jugó sólo y el PRI unido al PRD; pero en Quintana Roo el PAN se coligó no con los priistas, que compitieron solos, sino únicamente con el PRD. 

Combinación de membretes ésta que denotó desavenencias, debilidad y oportunismo, y de paso exhibió al sol azteca como un zombi, un muerto en vida arrimado, presto a servirle a quienquiera que le ofrezca un mendrugo.

Al final, en el balance general de la contienda, el PAN se quedó sin el pan y sin el queso, perdió todo. Su victoria en Aguascalientes con Teresa Jiménez significó apenas la conservación de lo que ya tenía. Y su triunfo en bola en Durango lo fue en realidad para los despojos del priismo. 

El PRI rescató Durango con Esteban Villegas, quien sucederá al priista converso al panismo, José Rosas Aispuro. Pero, con el sol a la espalda, empezó inexorablemente a doblar la ladera rumbo a su desaparición definitiva. 

Con Alito perfilado ya como carne de presidio, y Rubén Moreira y su cónyuge, Carolina Viggiano, abatidos en su gazapera en Hidalgo, es claro que de este golpe el tricolor ya no va a levantarse. 

En el destino inmediato del otrora partidazo está la desbandada. La mayoría hacia Morena y el remanente al PAN y otras formaciones. 

Esto, luego de que tras su derrota en la Presidencia en el 2000 el PRI tuvo una segunda oportunidad, la cual –carcomido hasta el tuétano por la corrupción– no supo aprovechar. 

La jornada dominical probó que de nada sirvieron –peor: resultaron contraproducentes– las amenazas del referido junior, empresario y mecenas para tratar de torcerles el brazo a los dirigentes de Movimiento Ciudadano y llevarlos al bramadero.

Con guarismos de risa, el MC salió no dio el ancho. Y el toma y daca de sus administradores con Claudio X., más la derrota de la alianza opositora en cuatro de los seis cotejos, obligarán al partido de Dante Delgado buscar cobijo en Morena. ¿A dónde irá que más valga?

La anorexia de la oposición fue lo más sobresaliente de la puja de este domingo. Porque en el colmo de su penosa situación no le funcionó siquiera la bajeza de haber denunciado un supuesto pacto del Presidente López Obrador con el narcotráfico.

Ruin denuncia formulada desde la hipocresía de solaparle a Felipe Calderón el haber convertido las entidades del sector de seguridad pública en guaridas de un cartel encabezado por Genaro García Luna, y acuerpar a Cabeza de Vaca a despecho de la documentada connivencia de este panista con la delincuencia.

Paliza para la oposición, pronosticó el escritor y estratega de la derecha Héctor Aguilar Camín, y eso fue lo que sucedió.

Más grave todavía, la competencia de este 5 de junio dio la medida exacta de un bloque opositor que en conjunto ahora gobierna diez estados y tendrá que multiplicar sus esfuerzos si aspira a contender con un mínimo de decoro en 2024.

El panista Marko Cortés tiene otros datos. “Lejos, pero muy lejos quedaron de su anunciado 6 de 6”, dijo, ufano, refiriéndose a los morenistas. Anda mal, también, en aritmética básica. Morena se halla en la cómoda circunstancia de llegar robustecido a la renovación presidencial, pues pasó de gobernar 17 a 22 estados.

El reto del partido del gobierno estriba en la dificultad de conservar su unidad en el proceso de selección de candidato para la grande y evitar así el transfuguismo.

La jornada electoral, en todo caso, dio la medida del desafío para cada una de las fuerzas políticas y su desarrollo en términos generales en paz y calma dice mucho –¡enhorabuena!– del afianzamiento de nuestra democracia.

BRASAS

Es no sólo una calumnia sino una vileza acusar al Presidente López Obrador de haber pactado impunidad por apoyo electoral con el narcotráfico. 

Constituye tal aseveración una patraña sustentada en consejas de inescrupulosos publicistas expertos en guerra sucia.

Y es preludio del eje de la campaña opositora en 2024, tal como en 2006 lo fue el perverso epíteto según el cual Amlo representaba “un peligro para México”.  

El Jefe del Ejecutivo, en efecto, es responsable directo de la atroz violencia que convulsiona a nuestro país y del patente fracaso en materia de seguridad, aspecto en el cual se hermana con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Su absurda persistencia con apenas leve diferencia de matices en la estrategia represiva de sus antecesores, en vez de explorar vías como la legalización de las drogas –de probada eficacia desde hace décadas en otras latitudes–, lo equipara a ambos expresidentes.

De eso a decir que trabó un pacto con narcos porque saludó a la mamá del Chapo y liberó a un vástago de este mafioso para evitar un baño de sangre, o porque postula el respeto a los derechos humanos aun de los delincuentes, conducta elemental de todo Estado democrático, hay mucho trecho.

La infame acusación del supuesto pacto, perifoneada a todo lo que da el altoparlante opositor, se funda en simples dichos del talentoso pero irredento mentiroso y ya provecto Porfirio Muñoz Ledo, y del mediocre Francisco Labastida.

Ni la más tenue prueba ha sido presentada, mas, así y todo, la atmósfera previa a los comicios de este 5 de junio fue saturada con la estridencia de una bandada de loros, que en la mayoría de los casos repetían la consigna sin saber bien a bien de qué se trataba.

Desde el fondo del desprestigio y sin el más elemental rigor periodístico, Carlos Loret de Mola dio por buenos los dichos del senil Muñoz Ledo.

Y desde la oposición, secundaron al viejo camaleón Germán Martínez Cázares, Damián Zepeda, Marko Cortés, y muchos más, otrora alegres aplaudidores de la cruenta estrategia antinarco de Felipe Calderón, verdadero origen de la actual tragedia nacional en el campo de la seguridad pública.

Damián Zepeda se indignó porque el Presidente atribuyó a la senilidad las expresiones del resentido Muñoz Ledo.

Parapetado en su juventud, el panista dijo que él es “un senador de 43 años” y en su opinión “todo parece indicar que hay un acuerdo con el crimen organizado por parte del Gobierno”.

Alguien debió decirle que “todo parece indicar” que él es un político carente de la más elemental ética e irrecuperable para la moral y la decencia.

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El hipocorístico Alito, que sus allegados dispensan al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, no es apelativo proveniente de su nombre sino contracción de la palabra halitosis, con la cual se denomina el olor putrefacto que despide su boca de basurero.

Y, la fetidez de este personaje ya tornó irrespirable la atmósfera política, hasta el punto de que ahora sólo se sienten cómodos con su cercanía –en su ambiente, como si percibieran un aroma de nenúfares– el puñado de dirigentes de la oposición, que le beben los alientos en las juntas de Va por México.

La generalidad de los mexicanos –los ciudadanos comunes, priistas y bases opositoras incluidos– se asfixian con la hediondez de ese reservorio de bacterias que es la boca del campechano, y que lo inducen a salpicar sus charlas con groserías, escatologías y referencias itifálicas.

No se requiere ser lexicógrafo o experto en descifrar códigos lingüísticos para darse cuenta de que la pobreza del vocabulario de Alito no forma parte de una estrategia –tan en boga en estos tiempos– de utilizar leperadas para atraer la atención de ciertas audiencias, sino de una manera compulsiva de hablar, irrefrenable aun en la conversación con la familia y los hijos.

Se hubieran visto bien los santurrones del PAN si a la primera exhibición pública del lenguaje de Alito hubieran propuesto expulsar a boquisucio del combo de opositores de la 4T articulado en Va por México.

Hubiera sido una señal de comprensible intolerancia a la bajeza de un individuo que recomienda matar periodistas no a balazos, sino de hambre.

Y un signo de rectitud en el proceso de unir voluntades para tratar de tumbar a un gobierno, a cuyo líder, el Presidente López Obrador, sus opositores lo han desollado por su lenguaje ciertamente pedestre.

Esos mismos dirigentes departen dichosos, apapachan y hasta celebran las copiosas leperadas de Alito, a quien las bases de su partido deberían echar a empellones, sin dilaciones. 

Deberían expulsarlo, obviamente dejando a salvo los resultados de las investigaciones sobre los numerosos –a cual más gordo– delitos que la coprolalia del campechano delata.

Si Moreno Cárdenas extorsionó a empresarios, hizo pagos multimillonarios a publicistas y expertos en mentir y calumniar, y le metió con descaro la mano al erario, esto es algo acerca de lo cual la FGR, el INE, el gobierno de Campeche y otras instancias oficiales deberán informarles con eficacia y prontitud a los ciudadanos. 

RESCOLDOS

Encubridor, más que ridículo, así se vio el columnista Ricardo Raphael en su ardorosa defensa del inefable Alito Moreno. Se tragó sin masticar la falacia de que Adán Augusto López amenazó al deslenguado priista. Y consideró no sólo normal, sino hasta loable la violación al artículo 61 de la Constitución, que protege la inviolabilidad, autonomía e independencia de los legisladores, a quienes Alito amenazó con expulsarlos del PRI si votaban en contra de la reforma eléctrica. ¡La ilicitud radicó no en la amenaza de expulsión sino en el intento de evitar que el Consejo Político del tricolor incurriese en tal aberración! Según Raphael, nuestro país “se ha vuelto un lugar muy hipócrita”. Es cierto…

Mientras en México se propalaba a todo tren la calumnia del pacto de Amlo con narcos, en Estados Unidos moría, a los 83 años de edad, Gilberto Rodríguez Orejuela. El líder del Cartel de Cali cumplía una condena de 30 años de prisión, que quedaría compurgada hasta 2034. Se trata del mafioso que supuestamente financió la campaña electoral presidencial del colombiano Ernesto Samper, cuyo cuatrienio Estados Unidos consiguió malograr manipulando el problema de las drogas…

A propósito de mafiosos, Felipe Calderón experimentó en Colombia una nueva y demoledora derrota. En la elección del 28 de mayo quedó sepultada la corriente política de su admirado mentor, Álvaro Uribe Vélez. Perdió Federico Gutiérrez, títere del exmandatario y contratista de Calderón y de varios alcaldes panistas en materia de seguridad Pública. Y sigue en la cárcel por corrupto, cumpliendo sentencia también de 30 años, su compañero de banca en Harvard, el exalcalde de Bogotá, Samuel Moreno…

aurelio.contrafuego@gmail.com.

 

 

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