COLUMNA CONTRAFUEGO … “Córdova, trampas y ridículo” por Aurelio Ramos Méndez
Si tuviera una pizca de vergüenza y una mínima noción ya no del patriotismo sino apenas del servicio público, Lorenzo Córdova ya hubiera renunciado a la presidencia del INE.
Se le ha caído la hoja de parra que cubría precariamente su condición de árbitro electoral imparcial.
Se quedó desnudo al comprobarse que el INE, obligado por mandato constitucional a la transparencia, por alguna razón les zambucó a los mexicanos los resultados de dos sondeos ordenados por el propio órgano electoral.
Uno de esos ejercicios demoscópicos –el segundo, levantado en septiembre– arrojó resultados abrumadoramente favorables –¡93 por ciento de respaldo!– a la reforma electoral impulsada por el presidente López Obrador.
De los datos del primero nadie sabe, nadie supo. Aunque, con la lógica de Córdova y su camarilla, la favorabilidad se presume aún más contundente dada su precedencia.
Sean cuales fueren esos guarismos, el instituto en que Córdova y Ciro Murayama parten el queso los ocultó como en un globo de Cantoya colmado de deseos.
El escándalo desatado por el presidente del INE completamente viringo debió haberlo inducido a dejar la silla. Si decidió quedarse, deberá asumir que tendrá que ser a otro precio.
Tendrá que ser así, porque el escamotear datos y regatear transparencia requiere escarmientos severos, si se aspira a forzar conductas democráticas, imparciales, de la autoridad electoral.
En lugar de abandonar su puesto, Córdova intentó explicaciones ridículas más que inverosímiles sobre sus fallidas artes de prestidigitador.
Llegó al extremo de satanizar la voluntad popular, culpando a los ciudadanos –¡por ignaros y desinformados!—del apoyo a la reforma registrado en septiembre, cuando “sólo 27% de los encuestados conocía el contenido de las iniciativas”.
Consideró las críticas al ocultamiento de los sondeos como “revuelo” cuyo objetivo apunta a “generar una cortina de humo”. ¡Como si sus marrullerías no fuesen asimismo una cortina de humo aún más espeso!
Porque, ya en la desesperación, salió con la leguleyada de que interpondrá una controversia constitucional en contra de la CNDH, cuya presidenta exhortó a los legisladores aprobar la reforma.
La verdad de las cosas es que Córdova y sus compinches consideran estúpidos a los ciudadanos.
Las encuestas, ya se sabe, no reflejan la realidad, sino que la crean. Lo hacen en función de los intereses de quien paga para su levantamiento. ¿Qué pretendió el INE con tomarle el pulso a la sociedad? Enigma.
En todo caso, pecan de candorosos quienes toman en serio estos ejercicios demoscópicos.
Quién puede creer, por ejemplo, que mediante 400 llamadas telefónicas –metodología del septembrino sondeo– es factible registrar el sentir de 130 millones de mexicanos, incluida la Virgen de Guadalupe.
Así y todo, con o sin sondeo, el respaldo a la iniciativa presidencial se presume descomunal, por la sencilla razón de que atiende aspectos largamente anhelados por los mexicanos.
Consultarlos acerca de si se debe moderar el costo de la democracia más cara del mundo equivalió a preguntarles si les gusta el arcoíris.
¿Quién podría sensatamente oponerse a disminuir la montaña de dinero destinado a los partidos o a financiar la vida de jeques de los consejeros electorales?
¿Podría no apoyarse la elección democrática de los integrantes del órgano electoral, en lugar avalar el escogerlos en acuerdos de trastienda entre líderes de partidos y caciques sindicales?
¿Cómo negarse, sin parecer despilfarrador, a eliminar la duplicidad de funciones que implican los organismos locales electorales, creados como concesión al caprichoso PAN en tiempos de la repartija del poder con el PRI?
¿Cómo obstruir el regreso a la cordura de un sistema dizque democrático, que ha convertido en privilegio de élites, eruditos y jurisconsultos el hecho simple de contar uno por uno los votos?
Es difícil dilucidar las razones del INE para haber ocultado sus sondeos. Pero el episodio tiene un penetrante olor a trampa. A treta de dejarlos tirados por ahí con la certeza de que alguien los hallará y exclamará: ¡serendipia!
Lo que está claro es que Córdova aspira no contribuir a la democracia, sino manipular datos y exhibirlos cuando él y sus chalanes lo consideren pertinente.
Intenta que encuestas posteriores puedan crear la impresión de haberles dado la vuelta a los primeros resultados, en los aspectos de mayor interés para quienes se empeñan en atajar la reforma.
Se busca que los números le permitan hacer malabares para validar interpretaciones convenencieras, y por esa vía engañar a los electores.
Con el azoro de quien acaba de descubrir que el agua moja, el presidente del INE declaró:
“Después de un amplio proceso de deliberación pública como el que ha ocurrido en estas semanas, es normal que se modifique (sólo en detrimento del apoyo, obvio) la percepción ciudadana…”.
Y cual charlatán que prepara el terreno para la mejor de sus peroratas, añadió:
“La percepción de la ciudadanía sobre la reforma electoral ha cambiado (en perjuicio de la iniciativa, claro) respecto a la encuesta que se realizó hace dos meses”.
Con descaro aseguró que en septiembre la confianza en el INE era de 67 por ciento, pero ya alcanzó ¡73 por ciento!
¡Los mexicanos no sabíamos en septiembre que tenemos un INE de clase mundial!
Mediante este tipo de acrobacias sueña Córdova con que los ciudadanos se tragarán sus patrañas.
Y que eso le facilitará legitimar una prodigiosa voltereta: anunciar, llegado el momento, que el 93 por ciento que respaldaba en septiembre se invirtió a 7 por ciento.
BRASAS
La maniobra del INE de esconder resultados de encuestas aplastantemente favorables para la reforma electoral dejó sin argumentos ni municiones a toda la oposición; pero con mayor deshonra a la iglesia católica.
Si es cierto que nueve de cada diez mexicanos apoyan la reforma, ¿a qué pueblo representa la jerarquía eclesiástica, que la emprendió a baculazos en contra de la iniciativa presidencial?
La Conferencia del Episcopado, que históricamente ha cohonestado toda suerte de injusticias –de la lacerante desigualdad y la corrupción a los fraudes electorales y las sanguinarias políticas de seguridad pública–, alzó la voz para tildar la reforma de “claramente regresiva” y “un agravio a la vida democrática del país”.
Ni una palabra, sin embargo, sobre la escandalosa inmoralidad que implica el proceder de quienes mangonean el INE y les ocultan información a los mexicanos.
Nada, ni siquiera porque Lorenzo Córdova se burló y embarcó a los prelados haciéndoles creer que la nación entera rechaza la reforma.
Con base en este engaño, la CEM está ahora en contra de todo lo que el pueblo raso respalda.
Y hasta avala mentiras como esa de que el proyecto propone llevar el control de los comicios hacia el ámbito del gobierno federal, y eliminar la autonomía, imparcialidad y manejo presupuestal del instituto.
En su embestida el clero de plano buscó anular la soberanía popular y proscribir al Legislativo y el Constituyente Permanente.
Aseveró que “ningún poder tiene derecho a impulsar reformas que comprometan la fortaleza de las instituciones”. Como si no fuesen constitucionales la factibilidad permanente de cambio, la facultad de iniciativa y la capacidad de deliberar y elaborar leyes.
Sólo le faltó exigir que la Biblia no la Constitución rija los destinos del país. Y para colmo, exhibió su desconexión de la realidad.
Sostuvo que el INE, cuyo desempeño ha estado tres décadas a la vista de los mexicanos, “ha madurado” y “garantiza procesos justos, equitativos, abiertos, transparentes y confiables, de forma legal y pacífica”.
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Al grito de ¡fuera el antifaz!, el enclenque PAN se trepó de manera corporativa a la marcha dizque ciudadana convocada por Claudio X. González en contra de la reforma electoral, programada para el domingo 13.
Fue un lance de rapiña que alejó otras fuerzas a las cuales el panismo no les inspira confianza ni para ir a la esquina. En primer término, el MC de Dante Delgado.
Es previsible que tampoco acudirán los militantes priistas, excepto un puñado cuyo encargo consistirá en darle visos de verosimilitud a la farsa de conciliación que protagoniza Alito Moreno, enfocada a recuperar confianza y credibilidad para volverse a mofar del membrete Unidos.
Empecinados en presionar al Congreso, los convocantes tendrán que llenar las calles con los etéreos, fantasmales miembros del PRD.
No nos engañemos, sin embargo. La clase política toda finge no ponerse de acuerdo ni para la foto; pero se alinea con valores entendidos de lo más prosaicos.
El caso más patente es el rechazo generalizado a la poda de dinero a los partidos, que nadie –nadie—quiere, aunque, claro, fingen aplaudirlo porque ni modo de exhibir la insaciable voracidad partidista.
Dependerá de los ciudadanos evitar por todos los medios que los partidos de salgan con la suya.
Desde la reforma de López Portillo llevamos ¡45 años de reformas electorales! Todo un récord mundial. Y, salvo unos cuantos cambios más inerciales que planeados, seguimos en las mismas.
La reforma deberá concretarse en sus aspectos más reclamados por los ciudadanos, el principal, alzarles la canasta a los partidos y abaratar la democracia.
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Oaxaca fue el primer estado en avalar la reforma que extiende hasta 2028 la permanencia del ejercito en tareas de seguridad pública. Y Guanajuato, el primero en no aprobarla.
El rechazo en la tierra de José Alfredo no entraña riesgo alguno. La reforma ya tuvo el respaldo de la mitad más uno (17) de los 32 congresos locales, con lo que ya es de hecho enteramente constitucional.
Esta condición le permitió al PRI reanudar la farsa y volver a engatusar a sus exaliados de Va por México.
Si bien votaron a favor tres de los suyos, una –Yulma Rocha Aguilar— lo hizo en contra, para regocijo del panismo.
Que no cunda el pánico. El detestable Alito Moreno mantiene firme su alianza con Morena y la 4T, cuyos dirigentes –lástima—tampoco sienten asco de aliarse con delincuentes.
Los panistas brillaron por su proverbial hipocresía. Su bancada legislativa atajaba la reforma, pero su gobernador, Diego Sinhue Rodríguez, suplicaba apoyo del ejército para enfrentar la delincuencia en la entidad líder nacional en homicidios dolosos.
La reforma fue rechazada con 23 votos, 21 del PAN, uno del PRI y uno de MC, lo cual, en el último caso, no indica un cambio de rumbo sino meros escarceos sin futuro del partido que regentea Dante Delgado.
A favor votaron 13 legisladores: ocho de Morena, tres del PRI y dos del Partido Verde.
En Guanajuato operan 4 mil 152 integrantes de las Fuerzas de Seguridad Pública del estado y 6 mil 800 de las fuerzas federales.
RESCOLDOS
Tiene razón el Presidente de la República: ¿puede haber más miseria humana que la plasmada en el tuit que relacionó a su esposa Rocío Beltrán, fallecida en 2003, con el cártel de los Beltrán Leyva, tan sólo por el apellido? Semejante infamia, que no ha merecido ni una palabra de reprobación desde el bando opositor, por lo visto refleja a cabalidad el talante de los adversarios del tabasqueño…
Al rojo blanco está la grilla en el turbio gremio nacional de notarios. Lo que sucede en Oaxaca, sin embargo, requiere revisión a fondo y máxima atención del gobierno federal y del estatal entrante. La connivencia de fedatarios con quienes han cometido despojos desde la cima del poder estatal no es nueva, sino más bien toda una tradición. Con apoyo de notarios, funcionarios ha habido famosos por su audacia de “peinar” de plano campos y ciudades, rastreando predios susceptibles de ser apañados. Las sanciones tienen que llegar alto y lejos.
¿Cómo está eso de que los antireforma electoral objetan destinar ocho mil millones de pesos –según sus cuentas—a la eventual elección de consejeros, pero exigen instaurar primarias partidistas y segunda vuelta con cargo al erario?
Si Enrique Peña Nieto ya declaró su disposición de colaborar para aclarar el largo prontuario de corrupción que se le atribuye, ¿qué espera la FGR para citarlo? O, ¿esperar darle palos al nido cuando el conejo haya huido?
aurelio.contrafuego@gmail.com
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