
Conciertos de Los Ángeles Azules y Molotov en Oaxaca de Juárez, nuevo pretexto para desviar recursos de manera impune
En Oaxaca, la organización de espectáculos musicales financiados con recursos públicos se ha transformado en una auténtica industria de enriquecimiento ilícito para funcionarios del gobierno estatal. Bajo la administración de Salomón Jara, estos eventos no solo se presentan como actos culturales, sino como instrumentos disfrazados para desviar recursos, inflar contratos y beneficiar a empresas cercanas al poder, todo ante la absoluta pasividad de la Secretaría de Honestidad y Transparencia.
Uno de los casos más evidentes es el del Festival de Primavera “Rodolfo Morales”, donde se presentaron Los Ángeles Azules, Orquesta Primavera y Molotov. El evento, realizado entre el 25 y 28 de abril en la Alameda de León, costó más de 8 millones 629 mil pesos únicamente en logística, renta de escenario, luces, sonido y otros servicios técnicos. Esa cifra duplica el monto que realmente se pagó a los artistas, lo que deja un margen sospechoso que alimenta la corrupción.
La licitación pública estatal LPE-SA-SA-0005-03/2025 fue el mecanismo utilizado para legitimar la entrega del contrato a Rúbrica Eventos y Espectáculos, S.A. de C.V., una empresa que ni siquiera presentó la oferta más baja. Su propuesta fue seleccionada pese a que había una alternativa más económica por casi 20 mil pesos, presentada por Banquetes y Eventos El Laurel. Esta decisión, carente de justificación técnica o financiera, plantea una sospecha directa de colusión entre funcionarios y proveedores.
El caso es aún más alarmante cuando se compara lo pagado a los artistas y lo invertido en logística. Por ejemplo, Los Ángeles Azules cobraron 4.5 millones de pesos por su actuación del 25 de abril. Sin embargo, la infraestructura para su presentación costó casi el doble. ¿Quién se está quedando con ese excedente? ¿A qué manos llega ese dinero disfrazado de producción?
La responsable directa del fallo, Sara Zárate Santiago, directora de Recursos Materiales de la Secretaría de Administración, no explicó en ningún momento por qué se favoreció a la propuesta más costosa. La diferencia marginal del 0.02% no justifica un fallo que, en el contexto del gasto público, representa una desviación injustificable. Esta omisión deliberada revela el manejo discrecional de los recursos como regla, no excepción.
Casos como el de Molotov también levantan sospechas. Aunque no se ha transparentado cuánto cobró el grupo, se sabe que en Morelos su presentación costó 2.5 millones hace año y medio, y en 2022 su tarifa rondaba los 500 mil pesos. Si en Oaxaca se repitió el patrón inflacionario, el concierto se convirtió nuevamente en una plataforma para el desvío de recursos disfrazado de espectáculo popular.
El uso de conciertos para lucrar con dinero público ya había sido evidenciado por la propia Secretaría de Turismo, cuando Saymi Pineda Velasco reconoció haber pagado 12 millones 760 mil pesos por la presentación del cantante Julión Álvarez en el cierre de la Guelaguetza 2023. Inicialmente, el gobernador negó el gasto con sarcasmo, pero fue desmentido por su propia funcionaria en conferencia de prensa.
Pineda Velasco intentó justificar el despilfarro argumentando que el concierto fortalecía el turismo, mientras aseguraba que los palcos más caros se vendieron y otros fueron intercambiados por mochilas para el DIF. Sin embargo, el contrato por más de 12 millones fue adjudicado directamente, lo que contradice la narrativa oficial de licitación abierta y transparente.
A esta cifra millonaria se suman otros gastos cuestionables realizados durante la misma festividad. Por ejemplo, el gobierno estatal erogó casi 4 millones de pesos en regalos para invitados VIP del gobernador, entre los que se encontraban funcionarios del gabinete federal. Estos obsequios, envueltos en discursos de hospitalidad, no son más que gastos superfluos con cargo al pueblo de Oaxaca.
La Secretaría de Turismo también reconoció haber gastado más de 3 millones 285 mil pesos en decoraciones para el Centro Histórico, con adornos de plástico picado, sombreros de palma y faroles. El uso excesivo de recursos para estos fines deja claro que la promoción cultural ha sido tomada como pretexto para derrochar sin control.
Los escándalos no terminan ahí. También se han reportado excesos durante las celebraciones de los Fieles Difuntos, Navidad y otras festividades oficiales. Cada evento representa una nueva oportunidad para inflar facturas, desviar fondos y beneficiar a proveedores afines al poder político, mientras la ciudadanía permanece excluida del uso real de los recursos públicos.
En Oaxaca, los conciertos se han convertido en el escenario perfecto para el saqueo institucional. Las luces, el sonido y el espectáculo son solo la fachada de una maquinaria de corrupción que opera a plena vista, sin que la Secretaría de Honestidad y Transparencia actúe. El negocio de los espectáculos no solo enriquece a artistas, sino, sobre todo, a los funcionarios que los usan como coartada para vaciar las arcas públicas.