
Sin control, flujo migratorio de centro y sudamérica al Istmo; desarticula INM caravana «Caminando con Dios»
El aumento de la migración en México se ha convertido en una problemática de difícil control para las autoridades, generando efectos sanitarios y sociales preocupantes.
A pesar del cambio de gobierno, las políticas migratorias actuales han resultado insuficientes para detener el flujo incesante de migrantes, quienes cruzan principalmente desde Centroamérica, Sudamérica, e incluso de Europa y Asia, a través del estado de Chiapas y hacia Oaxaca.
Esto ha generado una situación compleja, especialmente en la región del Istmo de Tehuantepec, donde grandes caravanas de migrantes se movilizan en búsqueda de mejores oportunidades o de llegar a la frontera norte del país.
Uno de los problemas más críticos que se ha derivado de esta migración masiva es el aumento de enfermedades infecciosas. Con la llegada de estas oleadas, México ha visto aparecer serotipos de dengue que antes no existían en el país, además de enfermedades como la malaria, el paludismo, el zika y el chikungunya, que eran poco comunes en el territorio.
La falta de condiciones sanitarias y la escasez de infraestructura médica para atender a los migrantes han contribuido a que estos padecimientos se extiendan, poniendo en riesgo la salud pública de las comunidades de paso. No obstante, resolver esta situación no parece ser un tema urgente o prioritario para los gobiernos estatal y federal.
Sin freno, flujo migratorioEste viernes, en un operativo llevado a cabo por el Grupo Beta del Instituto Nacional de Migración (INM), fue desarticulada la caravana denominada “Caminando con Dios”. Este grupo de más de 500 personas, de diversas nacionalidades como Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Venezuela y Camerún, había ingresado a Oaxaca el 29 de octubre con el objetivo de avanzar hacia la frontera norte.
Los migrantes fueron interceptados en una gasolinera en la carretera Panamericana, entre La Ventosa y La Venta, en un intento por reducir la presión migratoria en esta zona.
Entre los migrantes de esta caravana se encontraba Wilson Contreras Lima, un guatemalteco que había recorrido más de 100 kilómetros a pie desde Chiapas hasta Oaxaca. Wilson expresó su preocupación por el temor de ser deportado, después de haber pasado por engaños y redadas en Tapachula, Chiapas. Este miedo constante entre los migrantes refleja la falta de una estrategia clara por parte de las autoridades para gestionar de forma adecuada sus necesidades y derechos.
Las largas caminatas bajo el sol y las duras condiciones de su travesía han hecho mella en la salud de muchas familias migrantes, quienes presentan deshidratación, enfermedades respiratorias e incluso problemas mentales derivados del agotamiento físico y emocional.
Ante el operativo, muchos decidieron aceptar el transporte provisto por el INM y abordar autobuses hacia la capital de Oaxaca, mientras que otros optaron por continuar su viaje a pie, exponiéndose aún más a los peligros del camino.
Otro de los integrantes de la caravana, José Manuel Nieves Reyna, originario de Venezuela, expresó la frustración que siente al percibir la falta de transparencia de las autoridades migratorias. Según él, las personas que huyen de sus países merecen un trato digno y una orientación sincera sobre su destino. Para muchos, la esperanza de llegar a la frontera norte se desvanece ante la incertidumbre de ser retornados constantemente a puntos cercanos a la frontera sur.
Esta es la onceava caravana de migrantes que cruza Oaxaca en lo que va del año 2024, y se espera que una nueva caravana, actualmente en Arriaga, Chiapas, siga la misma ruta en los próximos días.
Esto deja en evidencia la incapacidad de las políticas migratorias actuales para gestionar el creciente flujo migratorio. Los migrantes han optado por dividirse en diferentes grupos para reducir la visibilidad de sus movimientos y evitar las redadas, situación que complica aún más el monitoreo de las autoridades.