Se desploma crecimiento económico de #Oaxaca en segundo trimestre de 2025 por inseguridad, caída del turismo y baja inversión

Se desploma crecimiento económico de #Oaxaca en segundo trimestre de 2025 por inseguridad, caída del turismo y baja inversión

El estado de Oaxaca registró una contracción de -2.3% en su actividad económica durante el segundo trimestre de 2025, según el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del INEGI. La caída lo ubica entre los peores desempeños del país, junto con Nayarit (-3.8%) y Sinaloa (-2.8%).

El desplome se atribuye principalmente a la baja producción agrícola, la desaceleración del turismo y la falta de inversión privada, agravada por el incremento de la inseguridad. Estos factores frenaron el dinamismo económico que Oaxaca había mostrado en 2024 y en el primer trimestre de 2025, cuando figuraba entre los líderes nacionales.

El contraste es drástico: de ocupar los primeros lugares de crecimiento anual —presumido por el gobernador Salomón Jara—, el estado pasó a una contracción trimestral notable. La caída revela la fragilidad de una economía dependiente de la estacionalidad agrícola, el gasto público y el turismo, sectores vulnerables a choques externos e internos.

De acuerdo con el INEGI, solo 18 de las 32 entidades federativas crecieron en el trimestre. Mientras estados industriales del centro-norte, como Hidalgo, Guanajuato y Nuevo León, lideraron el crecimiento nacional, Oaxaca y otras regiones del sur mostraron rezagos que amplían la brecha económica entre el norte productivo y el sur empobrecido.

Analistas señalan que el descenso en Oaxaca responde a una menor producción agrícola posterior a la cosecha, pero también a la falta de diversificación económica. La dependencia del campo, sumada a una escasa industrialización, expone al estado a ciclos de bonanza y caída según las condiciones climáticas y de mercado.

El turismo, considerado un motor esencial para Oaxaca, también sufrió una desaceleración. Hoteleros y restauranteros reportan menor ocupación en comparación con 2024, atribuida a la violencia en carreteras, la percepción de inseguridad y el alza de precios en servicios básicos, lo que afecta la competitividad del destino frente a otras entidades del país.

La falta de nuevas inversiones privadas agrava el panorama. Fuentes empresariales advierten que la incertidumbre en materia de seguridad y la limitada infraestructura energética desalientan la instalación de empresas. Incluso proyectos impulsados desde el gobierno federal, como el Corredor Interoceánico, no han generado aún un impacto sostenido en la economía local.

Mientras tanto, el gobierno de Salomón Jara mantiene un discurso optimista. Sin embargo, en el Oaxaca real, los resultados del INEGI revelan un estancamiento estructural que trasciende los factores estacionales o los discursos de coyuntura.

Oaxaca enfrenta el reto de reconstruir su crecimiento sobre bases más sólidas. Sin diversificación industrial, seguridad jurídica ni condiciones adecuadas para la inversión, el estado seguirá dependiendo de sectores vulnerables y de las transferencias federales, lo que limita su capacidad de generar empleo y reducir la pobreza.

La contracción de -2.3% no es solo un dato técnico: es un reflejo del estancamiento económico y social de una entidad que, pese a su riqueza cultural y potencial productivo, continúa atrapada en un modelo que no logra traducirse en bienestar para su población. El reto, ahora, es salir del ciclo de promesas sin resultados.

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