
CONTRAFUEGO … “Entre mequetrefes y apátridas” por Aurelio Ramos Méndez
¡Bien hecho! La red de 50 consulados de México en Estados Unidos inicia hoy un despliegue informativo sin precedentes en territorio gringo, orientado a desmontar patrañas sobre la realidad mexicana y la relación bilateral con esa potencia, y por consiguiente desenmascarar intenciones electoreras de politicastros, la mayoría republicanos.
La campaña está enfocada a unos 40 millones de inmigrantes de origen mexicano, más otros varios millones de hispanos en general, pero tendrá repercusiones en la totalidad del electorado.
Sin incurrir en intromisión, nuestro gobierno enterará a ciudadanos de ascendencia mexicana y con ello despojará de la hoja de parra y les dirá ¡ya, basta! a dirigentes y legisladores del partido del elefante, quienes con descaro han hecho de México el trompo de poner, en busca de rentabilidad electoral.
Más temprano que tarde esta estrategia aconsejada por Marcelo Ebrard tendrá reflejo en nuestros pagos, donde una horda de desnacionalizados, suplicantes de intervención incluso militar estadunidense en nuestros asuntos nacionales, se quedarán colgados de la brocha.
Hablamos de una nutrida fauna de senadores, diputados, periodistas, dirigentes de partidos, empresarios y opositores en general, que desde antes aun del inicio del presente gobierno han estado, duro y dale, tratando de deslegitimarlo a base de mentiras y necedades.
Los ruegos de estos apátridas han sido la manivela para darles cuerda a politiqueros –“mequetrefes”, los llamó Amlo con rigor léxico— allende el Bravo, quienes al igual que aquéllos nomás no entienden razones.
Esta semana intentaron amansar a los gringos intervencionistas y sus compinches Bravo al sur el embajador Ken Salazar, el Pentágono, el Departamento de Estado y la mismísima Casa Blanca.
Los del partido rojo reaccionaron con mayor pugnacidad, como dopados con fentanilo.
“¡Pare de defender a sus amiguitos narcos!”, le dijo envalentonado y echando espumarajos el representante Dan Crenshaw al senador mexicano Héctor Vasconcelos, quien de modo comedido le hizo ver que existe un principio llamado soberanía.
Los mexicanos sirvientes de republicanos entrometidos iniciaron con gimoteos y acabaron rompiendo en llanto con espasmos. No era para menos, desde la más alta instancia de gobierno los mandaron con su música a otra parte.
Por medio de su portavoz Karine Jean-Pierre el presidente Joe Biden bateó las demandas de intromisión, así como una iniciativa de ley –Resolución 18, presentada por Crenshaw—tendiente a clasificar como terroristas los carteles mexicanos de las drogas.
Clasificación que para el Tío Sam significaría arrogarse la facultad de invadir con marines y policías nuestro territorio.
Biden dijo que Estados Unidos ya cuenta con todas las competencias legales para combatir al narcotráfico, sin necesidad de declarar terroristas a los cárteles. Que tal declaratoria no le daría a su gobierno ninguna competencia adicional.
El vocero del Departamento de Estado, Ned Price, también rechazó la propuesta de designar terroristas a los narcos y hasta expresó “profundo agradecimiento” de su gobierno por la colaboración mexicana en el combate al tráfico de substancias ilícitas.
Previamente, Price asentó que México vive “una democracia vibrante” y es “un socio que está al mismo nivel de Estados Unidos y toma sus propias decisiones, de manera soberana”.
El Pentágono, por medio del jefe del Comando Norte, Glen VanHerck, también mandó a volar con sus necedades a los republicanos… y a nuestros desvergonzados polkos.
Dijo que México está haciendo lo que le corresponde para combatir el tráfico de drogas y que los cárteles constituyen un reto global.
Más todavía, que Estados Unidos debe atender el problema de las armas y el dinero que envía hacia este lado del Bravo. “Debemos también enfocarnos en qué va al sur, no sólo qué viene al norte”.
La subsecretaria de Defensa, Melissa Dalton, intentó asimismo abrirles los ojos a los del partido de Donald Trump.
Llamó a “sopesar las ventajas y desventajas de algunos de los pasos que se están considerando en términos del uso de la fuerza o ciertas designaciones (terroristas)”, y añadió:
“Me preocupa con base en las señales… Señales muy fuertes que recibimos de los mexicanos en el pasado sobre su soberanía…
“Preocupaciones sobre posibles pasos recíprocos que (los mexicanos) podrían adoptar para cortar nuestro acceso, si tuviéramos que tomar algunas de estas acciones (invasión militar)”.
La postura del gobierno gringo ante la politiquería de republicanos y los ruegos de mexicanos desnacionalizados confirman que en las relaciones bilaterales ahora dominan los intereses económicos y comerciales, no las tensiones políticas ni la seguridad pública.
Y que la 4T –específicamente Ebrard– ha hecho una buena lectura de las nuevas circunstancias en que se desenvuelven las relaciones entre los dos países.
Ha comprendido y dado pruebas, con palabras y hechos, que es factible hablarle a la potencia con respeto, pero sin miedo y de tú a tú. Tal como de dientes para afuera Vicente Fox dijo que haría, pero al final le temblaron las corvas.
En modo alguno es hiperbólico decir que los estadunidenses nos necesitan tanto como nosotros los necesitamos a ellos.
Ni es bravuconería actuar con dignidad y hacer respetar la soberanía nacional.
Por lo mismo, resulta imposible dejar de respaldar las expresiones del Jefe del Estado, relativas a que “a México se le respeta porque es un país independiente y soberano”.
Si los republicanos intentan usarnos como bandera para politiquerías –dijo Amlo–, pues vamos a responder para que los mexicanos allá y los hispanos sepan cómo quieren, con la agresión a México, obtener beneficios políticos.
“Si antes (los gringos) hacían lo que querían, era porque se los permitían”, expresó.
Este lunes Ebrard encabeza en Washington una junta con cónsules para afinar la estrategia informativa. Aplausos.
Y aplausos también para los 23 gobernadores surgidos de Morena, quienes en un desplegado manifestaron enérgico rechazo a las pretensiones intervencionistas de gringos metiches.
Ya era tiempo de marcarle el alto a la insultante práctica consistente en que, a cada elección, los bandos en pugna usan nuestro país como el trompo que se pone para castigo.
Un trompo distinto de aquél con el que, alegremente, cada uno juega a caracterizar su sistema como una democracia ejemplar.
BRASAS
Que Alejandro Murat Hinojosa escoja: No sólo estaba involucrado hasta el cogote con el Cartel del despojo, sino que jefaturaba esa asociación delictuosa, o es un pendejo esférico.
Porque resulta sencillamente inverosímil que desde su puesto de gobernador no se haya enterado de la operación, dentro de su gobierno, de una banda delictiva tan nutrida y dinámica como el cartel referido.
La pandilla que despojó de su patrimonio a centenares de oaxaqueños estaba formada por funcionarios, notarios, políticos, dirigentes de organizaciones sociales y aun integrantes de la delincuencia organizada.
Y los delitos que se les atribuyen abarcan todo el Código Penal:
Fraude, ejercicio indebido del servicio público, abuso de autoridad, falsificación de documentos, tráfico de influencias, suplantación de identidad, amenazas, extorsión, violencia física e incluso homicidio.
Era tan grande el cartel y operaba de manera tan abierta que hasta dormido Murat tuvo que haberse enterado de sus andanzas. Razón por la cual el argumento de la ignorancia es imposible de deglutir.
El gobierno de Salomón Jara se anotó un tanto con la captura –¡así se hace!– de uno de los principales operadores de la banda, el exdirector del Instituto Catastral, Jorge Armando Zárate Medina.
Se trata de un funcionario que por lo visto no tuvo empacho en involucrar en actos ilícitos a miembros de su familia, esposa y padre incluidos.
Resultaría lamentable que el brazo de la justicia no alcance a la totalidad de los relacionados con este escandaloso asunto, y que Murat Hinojosa no sea citado a dar explicaciones ante el Ministerio Público.
El modus operandi del Cártel del despojo se antoja idéntico a aquel que la voz popular le dio carta de naturalización durante el sexenio de José Murat padre (1998-2004).
Por aquellos años corrieron versiones relativas a que desde instancias del gobierno estatal se “peinaban” las principales ciudades del estado, en busca de predios desocupados y casas abandonadas, susceptibles de ser apropiados por altos funcionarios.
Razón de más para respaldar la administración de Jara Cruz, que hasta ahora ha dado prueba, con dichos y hechos, de genuina voluntad de desmontar perniciosos cacicazgos.
Imposible regatearle méritos al mandatario, aunque será menester esperar a conocer el desenlace de la acción moralizadora de su gobierno.
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A paso de tortuga avanzan las investigaciones del multimillonario desfalco en el organismo Seguridad Alimentaria Mexicana, Segalmex, en el cual danza la bicoca de ¡9 mil millones de pesos!
Monto equivalente a poco menos del doble de los recursos del erario que se embolsaron funcionarios y empresarios confabulados en la estafa maestra, protegidos todos por el silencio mineral de Rosario Robles.
La semana pasada, por fin, fueron giradas órdenes de aprehensión en contra de 22 personas relacionadas con el caso Segalmex, a quienes se acusa de delincuencia organizada, lavado de dinero y peculado.
Hay sospechas fundadas de que el tortuguismo se debe a una deuda de gratitud que el Peje mantiene insoluta con quien le dio su primer empleo en el servicio público: Ignacio Ovalle Fernández.
El Jefe del Estado se halla ante la obligación ineludible de aclarar este asunto, si aspira a disipar las dudas de que él protege a su antiguo benefactor.
Las órdenes de captura conciernen a 12 exfuncionarios de Segalmex, cuatro trabajadores de empresas por medio de las cuales se desviaron dineros públicos y seis beneficiarios de estos recursos.
A decir de las autoridades, este grupo de 22 presuntos delincuentes celebraron contratos ilegales y pagos indebidos por 142 millones 440 mil 883 pesos, por la supuesta adquisición de 7 mil 840 toneladas de azúcar nunca entregadas a Segalmex.
Amanecerá y veremos qué tan real es aquello de que el Presidente no es tapadera de nadie.
RESCOLDOS
¡Con que pasión la derecha, jueces incluidos, defiende del desempleo a Edmundo Jacobo! Lástima que no demostró la misma vehemencia para apoyar a los ¡44 mil trabajadores! de Luz y Fuerza despedidos en 2009 por Felipe Calderón, quien hoy anda por el mundo como leproso con cencerro. Aunque hay una abismal diferencia jurídica y política: A Jacobo el Congreso le extinguió la materia de trabajo; LyF fue desaparecida mediante decretazo…
Cuando Patricia Mercado se disponía a organizar un lloratón a beneficio del desempleado Edmundo Jacobo, el Poder Judicial saltó a la palestra para solucionar el problema. Hizo de la tragedia un vodevil: ordenó la reinstalación del fosilizado funcionario. Entre el noveno tribunal en materia administrativa y la jueza Blanca Lobo impidieron el aborto; Jacobo sigue aferrado a la placenta…
La conducción de un país es mucho más que la administración de una empresa. Con todo, vale preguntar ¿qué sanción le correspondería a Calderón, en un gobierno gerencial como los que vende el panismo, por haber contratado como su segundo a Genaro García Luna? ¿Habría bobos que creyesen que el director de la compañía era ajeno a las raterías o en realidad era el jefe de los ladrones?
aurelio.contrafuego@gmail.com
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